Entre bambalinas

Se encendió el proyector, se abrió el telón… “El teatro para el cambio social, herramienta de transformación personal y colectiva” decía la primera diapositiva…

Así empezó la clase… ¡disculpen! La función de hoy… en ella cuestionamos si el teatro es tan sólo un arte realizado por actores y actrices profesionales o si también puede ser una herramienta de transformación personal y colectiva, en la que, no importa tanto el resultado final sino el proceso.

Las fuentes del teatro aplicado, también denominado teatro social, teatro oprimidx, teatro comunitario y/o animación teatral, tiene como características principales el suponer una ruptura con el teatro tradicional, pues no da tanta importancia al teatro tradicional; estar basado en la pedagogía crítica de Paulo Freire, es decir, en la educación problematizadora, ruptura de la relación educador-educando, la facilitación en el aprendizaje y el espectadxr para a ser espect-actor.

El teatro aplicado suele estar dirigido por una persona que hace de mediadora y facilita la escritura colectiva y cooperativa del texto que generará procesos de creación cultural así como empoderará a las participantes, tanto a nivel individual como grupal, sin importar edad, profesión, religión o género, pues se trata de enriquecer la mirada del mundo a raíz de explorar los propios límites y posibilidades; va más allá de las capacidades teatrales de cada persona, pues se plantea un teatro popular que sea accesible a todos y todas.

En esta línea, el método del Teatro del Oprimidx es un instrumento pedagógico acuñado por Augusto Boal, fundamentado en principios éticos, con focos contextuales y reflexivos, dirigidos hacia la identificación del sentido y la comprensión de la opresión. El lenguaje teatral se constituye en un importante aliado en el proceso de enseñanza de aprendizaje y presenta aspectos pedagógicos, sociales, culturales, políticos y algunas veces terapéuticos.

Las técnicas teatrales son estrategias didácticas democráticas y participativas, donde se crea el ambiente adecuado y preparan a las personas para encontrar por sí mismas y en grupo alternativas a través de la discusión por medio del diálogo.

Este se ramifica, tal y como queda patente en la ilustración, en diferentes tipos de teatro.

Nos ha llamado especialmente la atención el llamado “Teatro Invisible” ya que esta modalidad consiste en representar escenas fuera del teatro y ante personas que no saben que están siendo espectadoras. El lugar ha de ser un espacio público, y las personas que presencian la obra son las que se encuentran en ese momento y en ese lugar. La representación, que parece improvisada, ha de ser realizada por las actrices de tal modo que los y las asistentes deben ignorar hasta el final que están presenciando una obra de teatro para evitar de ese modo que se conviertan en “espectadores y espectadoras”. 

Después de ver algunos vídeos que nos mostraron en qué consisten el teatro social, tuvimos el intermedio y posteriormente pusimos en práctica lo aprendido: pasamos a intentar hacer callar a ese policía que todxs llevamos dentro, que nos autoimponemos sobre nuestro propio cuerpo, para conocernos, a nosotrxs mismxs y a nuestrxs compañerxs.

Nos reímos, nos emocionamos, nos sentimos, nos miramos, congelamos conceptos y congelamos también momentos como los siguientes:

Ahora bien… ¿no estamos constantemente actuando en nuestra vida cotidiana?

El modelo sociológico dramatúrgico, quien tiene como autor referencial a Erving Goffman, considera que la vida en sociedad es como actuar en el teatro, somos actores y actrices sobre un escenario en el que interpretamos papeles con los demás, ejerciendo una serie de roles sociales.

Goffman entiende la vida como un escenario teatral, en el que interpretamos roles y nos relacionamos con los demás de manera muy ritualizada y no de forma aleatoria.

Por lo que, siguiendo las palabras de Boal: “Puede ser que el teatro no sea revolucionario en sí mismo, pero no tengan dudas: ¡Es un ensayo de la revolución!”