martes, 14 de abril de 2015

El patrimonio cultural: una propuesta de gestión participativa


Una breve mirada al artículo….

“Uno de los elementos que define a un pueblo es su cultura: sus bienes culturales, sus costumbres, sus fiestas, su gastronomía; en definitiva, su patrimonio cultural, que permite conocerlo y, al mismo tiempo, identifica a las personas que forman parte de esa comunidad, pero, además, gestionado correctamente y con respeto, se puede convertir en un elemento que fomente su desarrollo socioeconómico. Ahora bien, es importante considerar la participación social como un elemento fundamental que debe estar presente desde los primeros momentos de las actuaciones que se planifiquen en este ámbito. La gestión de los bienes culturales, tanto tangibles como intangibles, posibilita diferentes modelos de intervención y, en función del modelo adoptado, las programaciones perseguirán diferentes objetivos, los agentes implicados serán distintos y las funciones y/o tareas que deberán llevar a cabo también variarán.

En nuestra propuesta partimos de dos premisas básicas. En primer lugar, creemos que el profesional de la cultura debe ser considerado un agente que ofrezca respuesta a los problemas y/o demandas y que favorezca la autogestión con el fin último de mejorar la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. En segundo lugar, pensamos que la participación social debe estar presente desde el primer momento; en concreto, que el grupo destinatario de las intervenciones debe tener un papel activo en la actuación cultural hasta llegar al punto de conseguir la gestión autónoma de su propio desarrollo cultural. La integración de estas dos premisas permitirá que los recursos culturales sean tratados como un bien cultural y social que contribuirán al desarrollo social de las personas y grupos que conforman la comunidad. Con todo ello, consideramos que las intervenciones en la gestión del patrimonio se pueden llevar a cabo implementando una estrategia metodológica concreta: la animación sociocultural, puesto que contempla entre sus finalidades el fomento de la participación y el desarrollo de la autogestión, lo que la convierte en una propuesta idónea para el tema que nos ocupa. Esta propuesta metodológica, aplicada al ámbito de la gestión cultural, permitirá el aprovechamiento de recursos y la puesta en valor del patrimonio cultural desde las organizaciones de base y los propios agentes locales. Las acciones culturales serán generadas partiendo de sus intereses; serán capaces de generar sus recursos e idear acciones que permitan alcanzar los objetivos y atender a las necesidades detectadas. El hecho de que sean partícipes de su propio desarrollo es el punto fuerte de esta estrategia de intervención.”

Así pues, entendemos que para que un proyecto llegue a ser emancipatorio y transformador ha de tener tres cualidades:

a. Inclusión: las personas han de ser conscientes del contexto en el que se encuentran, sus derechos y oportunidades, y, sobre todo, tener las oportunidades para participar.

b. Participación: dependerá de algunas condiciones externas, sentimientos de pertenencia, implicación y responsabilidad.

c. Influencia: implica directamente al logro de resultados, para lo cual se requiere el apoyo de políticas públicas y otros agentes educativos.

Si estas tres cualidades se incluyen en el ámbito de la gestión cultural, supondría que los líderes de la misma no tienen porqué ser siempre los mismos (mercado y Estado) sino que el liderazgo podría repartirse de distintas formas y ejercer diferentes funciones; Las necesidades ya no serían las del mercado, sino las de la propia ciudadanía.

Tomás Villasante, uno de los impulsores de las Mesas de Convergencia Ciudadana, afirma que los procesos sociales y culturales no pueden separase de la ciudanía, y, por lo tanto, ha de darse un acercamiento al contexto cotidiano, que resume en el siguiente esquema:


Cabe preguntarse, ¿es necesaria la figura profesional de un educador social dentro de los procesos de participación social? 

Para iniciar un proceso de participación, ha de haber un grupo motor que potencie y promueva el proceso, ya que sin este grupo motor el proceso de participación acabaría quedando en el olvido. 

El papel de las educadoras y educadores sociales está limitado al entorno, y, si bien como ciudadanos y ciudadanas podemos participar en cualquier tipo de movimiento social y/o proceso participativo en el cual estemos interesados, como profesionales, nuestro papel deja de ser el de intervenir para convertirse en el de promover la participación de todos los ciudadanos y ciudadanas.

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