La política cultural nos remite a las acciones y prácticas sociales conscientes y deliberadas que se llevan a cabo desde los organismos públicos y desde la sociedad civil, siendo sus finalidades que más atañen a nuestra futura profesional la social (búsqueda de empoderamiento de la comunidad) así como la educativa (fomento de la inteligencia emocional, del enriquecimiento personal…)

Sin embargo, de la contracultura impulsada por el mayo del 68, del auge del rock, del cómic, del movimiento hippie, de la reclamación de participación de las y los jóvenes que se opone a la cultura hegemónica, surgirá la democracia cultural, poniendo el énfasis en la capacidad de creación de la cultura por parte de la ciudadanía. Estas ideas, no pueden entenderse como antagónicas, sino como complementarias.
Y ahora, ¿qué ha ocurrido, que se necesita? Se necesitan políticas integrales que potencien la cohesión social partiendo del fomento de la participación con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas.
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